Verónica Palomo, en este artículo, escrito en 2019, cuestiona si el uso de metáforas bélicas para referirse al cáncer y, por extensión, a la actitud que se atribuye a las personas interesadas, son adecuadas o producen un efecto negativo.

« Decimos que las células "invaden" o "colonizan" el cuerpo, en lugar de que -por ejemplo- se "multiplican"; otorgamos al organismo "defensas" frente al «ataque», y buscamos remedios como una radioterapia que "bombardea" a los enemigos. La realidad para muchas personas no es equiparable a la de librar una guerra contra el cáncer» -afirma Verónica-.

El artículo sigue diciendo que: «según las palabras de la escritora Susan Sontag, en su libro «La enfermedad y sus metáforas», estos recursos lingüísticos son inapropiados porque, al comparar la enfermedad con una guerra, ¿qué ocurre con las personas que no sobreviven? ¿Estamos dejando entrever que han perdido? Muchos pacientes se sienten así y se rebelan porque no quieren sentirse fracasados por algo que escapa a su control. Se niegan a creer que, si mueren, es porque no han combatido lo suficiente, a que el lenguaje les haga sentirse culpables. [...]

La lingüista Elena Samino, catedrática de la Universidad de Lancaster, ha analizado más de 1,5 millones de palabras extraídas de entrevistas y comentarios en la red sobre el cáncer, y ha observado que las más empleadas siguen siendo las que tienen que ver con la violencia (batalla, lucha, guerra). Pero su trabajo y el de su equipo no se limita a señalar nuestra falta de acierto, también ofrece alternativas y nuevas metáforas para sustituir a la de la guerra. Entre ellas figura la del "viaje", el "restablecimiento del equilibrio interior" y el "invitado que no quiere irse de casa". Pero esto tampoco satisface a muchos enfermos, que no se sienten identificados.

Al final resulta que la diversidad es la norma a la hora de referirse al cáncer y las metáforas generalizadas no funcionan.»

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